"Hemos grabado en la mente y nos llenan de asombro las palabras del Apóstol a los Hebreos (13:17) quienes, inculcándoles el deber de obediencia a sus superiores, afirmaron con toda su autoridad:" Ellos vigilan como líderes que deben da cuenta de tus almas ".

Así comienza esta exhortación, que es un fuerte recordatorio de que la primera preocupación de los sacerdotes es convertirse en santos. La santificación personal es vista como la premisa indispensable para la acción apostólica. De ahí una insistencia particular en las prácticas de piedad, meditación y retiros espirituales: las virtudes "pasivas" son más importantes que las "activas". Grande fue la influencia de este documento, al menos hasta los años inmediatamente anteriores al Concilio Vaticano II: los educadores de los seminarios lo utilizaron constantemente para la formación de nuevos sacerdotes.